29/03/2016 13:15:39
Fuente original

En el caldo del SNS se echa una pizca de planificación; se remueven los ingredientes; pacientes, profesionales y gestores, y se adereza con tecnología e innovación. A falta de añadir la pasta 'al dente' que debería ser el nuevo ministro la sanidad estaría listo para servir. Esta es la receta sanitaria, cortesía del chef Jaime del Barrio.

Pregunta. Además de chef en tus ratos libres, ¿con qué momentos profesionales de tu vida te quedas?

R. Cuando decidí estudiar medicina, con mi pasado político, y mi traslado a Madrid. Con respecto al primero, sigo echando en falta a los pacientes, a día de hoy sigo diciendo que soy médico, a pesar de tener otro tipo de responsabilidades. En cuanto al segundo, no sé muy bien cómo empezó. De repente te encuentras en diferentes foros arreglando el mundo, y alguien te anima a dar ese salto. Y por último, tomar la decisión de vivir en Madrid, que fue lo más acertado que he hecho, a pesar de dejar mi tierra atrás, Cantabria.

P. Ya que tienes pasta de político, ¿de verdad es tan difícil formar gobierno?

R. Estoy convencido de que hay más cosas que nos unen que nos separan. Cuando hablas en privado con la mayoría de los responsables políticos coincidimos en mucho más de lo que la gente se imagina. Pero, ahora mismo hay un nivel de crispación increíble que no es lógico y que tenemos que cambiar. Los políticos son reflejo de una sociedad, por tanto, me preocupa que pongamos mucho el foco en ellos, cuando igual esta sociedad tendría que mirar hacia dentro. La crisis no es disculpa.

P. ¿Cómo se cocina un buen SNS?

R. Con pacientes, profesionales, gestores sanitarios, tecnología e innovación.

P. ¿Es abundante el plato?

R. El problema es que los ingredientes no están bien ligados. El principal componente es el paciente, pero los profesionales y los gestores no acaban de encontrar el punto de ebullición para que se integren. Y las salsas, a base de tecnología e innovación, tampoco se mezclan bien.

P. ¿Y como te desenvuelves en la cocina?

R. Me gusta cocinar y sin previo aviso. Yo soy de los que abren la nevera y con lo que hay me invento algo. Con cualquier alimento puedes hacer maravillas. Incluso puedes cocinar mientras haces otras cosas...

P. Por ejemplo, tuitear...

R. Eso es. Cocinas y tuiteas; tuiteas y cocinas. Y además sin manchar, porque yo cocino y limpio a la vez. Y lo hago con poco, no necesito cacharros, solo lo indispensable.

P. ¿Ni tecnología?

R. Me basta con la sartén y la cuchara de madera.

P. ¿ De qué pasta debería estar hecho un ministro de Sanidad?

R. Debería estar 'al dente' y artesanal. Aunque parece que ocupar la cartera sanitaria no interesa a nadie. Tiene que tener una buena harina, un buen agua, un buen punto de cocción. Creo que la pasta del futuro ministro tiene que ser contundente, conocedora del tema, flexible y habituada a la búsqueda del consenso.

P. ¿Has dejado de seguir (en las redes sociales) a algún responsable sanitario?

R. No. No soy muy exigente a la hora de seguir a alguien. Todos aportan y todos dicen. Normalmente a la gente que sigo lo hago porque quiero.

P. ¿Podrías vivir sin internet?

R. Yo creo que sí. Puedo estar una semana de vacaciones por el monte, sin internet y sin cobertura. Sí que es verdad que sé que cuando vuelva a tener conexión tendré un número considerable de emails y mensajes.

P. Cómo urgenciólogo que fuiste, ¿podrías defender la especialidad?

R. Hice medicina interna y por diferentes razones acabé como médico adjunto en urgencias. Era un servicio que me gustaba, que te ponía en cuestión de minutos al máximo. Creo que la época de las 'especialitis' tendría que ir acabando. Al final nos tienen que juzgar por nuestros conocimientos y por la experiencia y habilidad. No me preocuparía tanto de la 'titulitis' como de que los profesionales tengan las capacidades que les exigen. Con todo, urgencias y genética están en otros países, por tanto, si estamos en un mundo global, es difícil de explicar que España no tenga la especialidad. Otra cosa es cómo hay que acceder a estos conocimientos. El Consejo Nacional de Especialidades debería ser un órgano más abierto y más transversal, lejos de aquella época en la que cada especialidad se retroalimentaba y creaba sus propios reinos de taifas.



Leer el artículo original completo