02/03/2016 13:28:04
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Álvaro Iruin: «Prevenir el suicidio debe ser una prioridad de la salud pública»

Según Álvaro Iruin, director de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa, «por cada muerte por suicidio hay 20 intentos, y eso se multiplica por dos en caso de ideas suicidas»

Cada dos días una persona se quita la vida en Euskadi. Se estima que al año hay unos 3.600 intentos de suicidio, y 7.200 casos de personas con pensamientos suicidas. Unas cifras que hablan de un problema de salud pública y que la Red de Salud Mental de Gipuzkoa se ha propuesto reducir.

- ¿Cuántos suicidios con resultado de muerte se registran al año en el País Vasco?

- Según los últimos datos del Eustat, 181 en 2013. La cifra ha ido variando en torno a 170 y 180 anuales, excepto en 2010, cuando hubo un descenso acusadísimo que no sabemos interpretar.

¿La situación económica y social de los últimos años ha influido?

- En la tasa de suicidios consumados no, pero sí hay bibliografía sobre la relación entre la salud mental y los determinantes no sanitarios, así como publicaciones referidas al impacto de la crisis en la asistencia de salud mental en Atención Primaria. Sí parece que al médico de cabecera le han llegado más casos que, quizás al no tener suficiente entidad como enfermedad psiquiátrica, no desembocaban en nuestro servicio.

- ¿Qué perfil tiene la persona que se quita la vida?

- El perfil clásico habla de una persona mayor, más hombres que mujeres, con múltiple patología orgánica, que vive sola o con poca relación con el medio social y con problemas con el alcohol. Últimamente, se ha incrementado algo la tasa

de gente más joven, pero el grupo prevalente sigue siendo el de la gente mayor.

- ¿Un suicidio esconde siempre una patología psiquiátrica?

- Es una buena pregunta. Tradicionalmente, se habla de que un 90% está relacionado con alguna enfermedad mental y, sobre todo, con la depresión, también porque es muy prevalente entre la población en general, más que la esquizofrenia u otros trastornos graves. Es el primer colectivo a la hora de prevenir. Luego hay un 10% de casos con otro tipo de origen, como los denominados 'suicidios racionales' de una persona mayor, por venganza, etc.

- Entonces, ¿se puede prevenir?

- Sí, tenemos que tener claro y ser conscientes de que el suicidio se puede prevenir. Y eso a pesar de su complejidad, porque nunca se debe asociar a un solo factor. ¿La gente se suicida porque está en paro? ¿O porque ha tenido un fracaso amoroso? ¿O porque ha suspendido? Es un fenómeno mucho más complejo y al que debe darse un abordaje transversal. Porque si uno de los factores puede ser, por ejemplo, las condiciones económicas o laborales, habrá algún otro departamento, además del de salud, que tendrá que pensar en su cuota de responsabili

- ¿Y lo es?

- Entiendo que no, esa es la realidad. Hay mandatos de la Organización Mundial de la Salud, del Ministerio de Sanidad y del Departamento vasco de Salud que dicen que tenemos que protocolizar medidas para la prevención del suicido y, a pesar de ello, y a que se registra uno cada dos días, resulta que en la CAV aún no tenemos un plan autonómico de prevención.

- En la Red de Salud Mental de Gipuzkoa han puesto en marcha un plan piloto. ¿Qué pasos han dado?

- Hemos usado como referente el modelo de la Alianza Europea contra la Depresión. Arrancó en 2013 en las OSI Bajo Deba y Goierri-Alto Urola y como punto de comparación tenemos la OSI Bidasoa, donde se mantiene la intervención previa. En el plan hemos hecho campañas destinadas a la población en general y también talleres con agentes sociales, que van desde el trabajador social o el policía hasta el farmacéutico, pasando por el párroco. No pretendemos que sean terapeutas, sino que tengan unas pautas mínimas de actuación ante situaciones de riesgo latente. Es un plan transversal porque prevenir el suicidio no es solo cuestión de los sanitarios.

- También han hecho talleres con medios. ¿Cómo debemos informar sobre el suicidio?

- Con cariño. Es una noticia que se debe dar, porque aquí somos pocos y las cosas se saben. Pero, sin embargo, no tendrían que ocupar la primera página, ni se debería publicar una foto que refleje detalles del suceso. No hay que dar tampoco detalles ni asocia

rlo a un único factor. «Se suicidó porque había sacado malas notas». Con decir «se suicidó» basta. Y habría que aprovechar para dar información positiva, por ejemplo, a dónde puede recurrir uno cuando se ve mal. Si entras en Google y buscas suicidio, lo primero que aparece es el teléfono de la esperanza. Cualquier tipo de información que ayude a entender que hay otra posibilidad es positiva.

- ¿Cómo detectan a las personas susceptibles de beneficiarse del plan?

- De entrada empezamos con pacientes atendidos en Urgencias por intento de suicido, porque es el mejor predictor de que puede haber un intento posterior. Por cada suicidio con resultado de muerte hay 20 intentos, en total 3.600 intentos en Euskadi, pero es que si hablas de pensamientos o ideas suicidas, hay que multiplicarlo por

dos, por lo que ascendería a 7.200.

- ¿Que papel juegan los profesionales sanitarios en este plan?

- En nuestro caso, hemos empezado con los profesionales de los servicios de las Urgencias de las OSI en las que no hay psiquiatra, con la intención de alcanzar protocolos de actuación en los intentos de suicidio, mejorar nuestra coordinación y seguimiento de los casos y el sistema de información relativo a las tentativas. Hemos elaborado un

protocolo, un registro y puesto en marcha un seguimiento telefónico, hasta ahora inexistente. Se trata de llamadas pautadas en el tiempo y protocolizadas en cuanto a su contenido que realizan desde enfermería, y que están orientadas a que esa persona se sienta acompañada en ese sufrimiento, educarle en que hay otras formas de intentar abordar la situación y, evidentemente, evaluar si estamos en un riesgo.

-¿Qué acogida ha tenido?

- Un aspecto importante son las buenas sensaciones por parte tanto de los pacientes como los profesionales. Esta iniciativa se amplió en junio del año pasado, como un ensayo clínico

en condiciones más rigurosas, al Hospital de Galdakao y al Hospital Universitario de Álava, junto al Consejo Sanitario. De momento se han registrado 204 intentos de suicidio, de los que el 69% se incluyen en el seguimiento telefónico.

- ¿Y el resto por qué no?

- Porque el paciente no quiere y no da su consentimiento o porque su médico de referencia considera que no es el momento apropiado.

- ¿Qué perfil tienen?

- La media es de 42 años, el 44% son parados. Hay más intentos en mujeres, más suicidios en hombres. Además, el plan de prevención se ha extendido al Alto Deba y estamos en conversaciones con Tolosaldea.

- ¿Y cómo podemos contribuir los ciudadanos de a pie?

- Concienciándose de que es algo

que se puede prevenir, pensando que todos podemos hacer algo para apoyar a la gente que pueda estar pasando por un mal momento y esté verbalizando ideas suicidas, de que esto no merece la pena, de que así no vale la pena vivir... Lo que pasa es que cuando nos dicen eso normalmente jugamos al despiste, porque no nos gusta. Que alguien te diga que tiene ganas de morirse te genera cierta incomodidad. Y tiendes a salirte con frases como 'no te preocupes, no es nada, ya se te pasará' o 'yo también ya pensé...'. Pero cuando alguien verbaliza su malestar es porque quiere hablar, y lo que tendríamos que hacer es aprender a dejarle hablar, ni siquiera opinar o intervenir, sino escucharle y soportar la incomodidad que pueda estar produciéndose. No tengo que contarle mi vida, porque él me quiere contar la suya y ha tomado la iniciativa. Debemos también instarle a que acuda a un profesional si vemos que le hace falta, y estar cerca.

- Si no se ha logrado evitar el suicidio, ¿cómo se ha de manejar el sentimiento de culpa?

- Hay que eliminar la sensació
n de culpa cuando a alguien se le suicida algún familiar o amigo, o en nuestro caso un paciente. Realmente no hay culpas, y eso es muy importante destacarlo. Es algo muy complejo como para que nos echemos la culpa.



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