No necesita cables para funcionar, se implanta con un catéter en la vena femoral en una intervención mínimamente invasiva y mide apenas 2,4 centímetros de longitud, casi como una moneda de un euro. Es el marcapasos sin cables más pequeño que existe, con un tamaño diez veces inferior a uno convencional, y ya está listo para ser implantado de forma rutinaria en los hospitales españoles. Diez empezarán a utilizarlo de inmediato y a finales de año serán unos veinte, según los cálculos avanzados ayer por la Sociedad Española de Cardiología y después de que el minúsculo dispositivo haya superado con éxito su fase de pruebas en un total de 140 pacientes de toda Europa.

Cuatro de estos enfermos -el último ayer mismo- fueron operados en el Complejo Hospitalario de Santiago (CHUS), que se ha convertido en el primer hospital español en implantar el marcapasos sin cables más diminuto del mundo, bautizado como Micra. Previamente, en marzo del pasado año, se había colocado a un paciente en el Hospital Clínic de Barcelona, aunque la intervención formaba parte de un ensayo clínico. Un mes después el Complejo Hospitalario Universitario de Vigo se erigió en el primer centro gallego en introducir un marcapasos sin cables, aunque se trataba de otro modelo, el Nanostim, de 4 centímetros de largo.

Es, en cualquier caso, una tecnología que ha llegado para quedarse. «Abre una nueva era en la estimulación cardíaca. Es el futuro», aseguró ayer el presidente de la Sociedad Española de Cardiología y jefe de servicio en el CHUS José Ramón González-Juanatey.

El hecho de que el dispositivo no utilice cables supone una enorme ventaja, ya que evita uno de los problemas principales de los marcapasos actuales, como son las infecciones que provocan (endocarditis) en algunos pacientes.

El instrumento se coloca en el corazón mediante un catéter insertado a través de la vena femoral. En contraste con el procedimiento actual de implante, el Micra no requiere de incisiones quirúrgicas en el pecho ni la creación de ningún bolsillo debajo de la piel.

La innovación está especialmente indicada para pacientes que no precisan de estimulación en la aurícula, lo que supone entre un 30 % y un 40 % de las personas que necesitan un marcapasos.
La batería dura entre unos siete y diez años

La nueva tecnología no requiere de cables para ofrecer terapia de estimulación, ya que está unido al corazón a través de pequeñas patas y proporciona impulsos eléctricos a través de un electrodo en el extremo del dispositivo. La batería tiene una duración calculada de entre siete y diez años.

El diminuto marcapasos obtuvo en abril el marcado de la CE y en su fase de comercialización se han implantado cinco en España, cuatro en el hospital de Santiago y uno en el Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. «En nuestro caso los resultados son muy satisfactorios. Los pacientes han obtenido una buena respuesta. Se trata de una técnica de estimulación que requiere un aprendizaje, pero que no implica demasiada complicación, por lo que se espera que su uso vaya creciendo progresivamente», explica José Luis Martínez Sande, actual responsable de la Unidad de Arritmias del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). Igual de convencido se mostró su colega González-Juanatey, quien cree que «en un futuro no muy alejado, y una vez se adquiera la experiencia con esta técnica de implantación, puede reemplazar de forma completa lo que hoy conocemos como los marcapasos convencionales».