Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) están retirando $11.4 mil millones en fondos previamente asignados para la respuesta al COVID-19 a los departamentos de salud estatales y comunitarios en todo Estados Unidos. Se espera que esta decisión tenga consecuencias de gran alcance en programas e infraestructuras de salud pública, afectando principalmente a iniciativas centradas en las pruebas de COVID-19, la vacunación, los trabajadores de salud comunitarios y los esfuerzos para abordar las disparidades de salud en poblaciones de alto riesgo. El impacto podría interrumpir investigaciones en curso, vigilancia y preparación para futuras crisis de salud.

Esta retirada de fondos también afecta áreas clave como los programas de prevención de la malaria, los servicios de tratamiento, pruebas y prevención del VIH, la respuesta a la tuberculosis y las capacidades de los departamentos de salud estatales y locales. Además, las iniciativas de salud global se verán impactadas, ya que EE. UU. ha sido un importante contribuyente a estos esfuerzos. Estos recortes generan preocupaciones sobre la posibilidad de revertir años de progreso en la salud pública y poner en mayor riesgo a poblaciones vulnerables. Este retiro de fondos es parte de reducciones presupuestarias más amplias del Departamento de Salud y Servicios Humanos.