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NOTICIA DEL SECTOR SANITARIO
Los fármacos degradadores, que inducen la proximidad entre proteínas patológicas y las ubiquitina ligasas para forzar su destrucción celular, representan un enfoque terapéutico innovador con un gran potencial para tratar enfermedades antes consideradas intratables, como el cáncer y las patologías neurodegenerativas.
06 Octubre 2025 | Fuente original
Los fármacos que inducen la proximidad entre proteínas representan una gran esperanza para el tratamiento de enfermedades que hasta ahora se consideraban intratables farmacológicamente. Esta modalidad farmacológica, que está siendo objeto de grandes inversiones por parte de farmacéuticas y que ha llevado a la propuesta de una alianza público-privada en Europa, fomenta la proximidad molecular para eliminar o modular proteínas relacionadas con patologías. La experta Cristina Mayor-Ruiz ha señalado que estos enfoques ofrecen oportunidades "sin precedentes" para modular dianas terapéuticas que antes se creían imposibles. A diferencia de los inhibidores químicos convencionales, que bloquean funciones uniéndose a cavidades concretas que solo están presentes en el 10% al 20% de las proteínas, los fármacos degradadores recurren a la maquinaria natural de proteólisis celular. Los dos tipos principales de fármacos inductores de degradación son los PROTACs (quimeras dirigidas a la proteolisis) y los molecular glues (pegamentos moleculares), estos últimos compuestos químicos más pequeños y con mejores propiedades farmacológicas.
El mecanismo de acción central de estos fármacos degradadores consiste en inducir la proximidad entre la proteína diana que se busca eliminar y las enzimas celulares conocidas como ubiquitina ligasas. Estas enzimas añaden cadenas de ubiquitina a las proteínas dañadas o innecesarias, un marcaje que funciona como una "bandera celular" o "beso de la muerte", señalando a dichas proteínas para su destrucción en el proteasoma celular. Este sistema de degradación proteica, cuyo descubrimiento fue reconocido con el Premio Nobel de Química en 2004, es relevante para diversas patologías, incluyendo algunos tipos de cáncer, enfermedades neurodegenerativas (como alzhéimer y párkinson), y enfermedades inflamatorias. Actualmente, hay aproximadamente 40 fármacos degradadores en ensayos clínicos, principalmente enfocados en oncología. Esta estrategia es particularmente importante para el cáncer pediátrico, ya que las fusiones de proteínas que ocurren en niños son dianas más factibles para los fármacos degradadores que para los inhibidores tradicionales, y ya existen iniciativas como el equipo multinacional PROTECT, que busca llevar un fármaco degradador eficaz para cáncer infantil sólido a fase clínica 1 para 2030.
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