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NOTICIA DEL SECTOR SANITARIO
Estas Navidades se calcula que al menos se duplicará la venta de wearables (pulseras, smartwatches, textiles con sensores, smartglasses…), ya que en un solo objeto podemos reunir distintos motivos de regalo: tecnología de vanguardia, moda y utilidad para la salud, todo ello con un signo de distinción social. Sin embargo, si tienes intención de regalárselo a un hipocondríaco o una persona obsesiva por el control, no lo hagas, harás de él un cibercondríaco.
16 Diciembre 2015 | Fuente original
Los hipocondríacos han encontrado en las nuevas tecnologías un caldo de cultivo perfecto, primero con Internet y el famoso Doctor Google, al que recurre la mitad de la población, y en los últimos tiempos, con los wearables, dando lugar a la llamada cibercondría. La cibercondría es un término acuñado en 2008 por los investigadores Ryen White y Eric Horvitz, de Microsoft Research, para referirse a la ansiedad que se manifiesta en la búsqueda de síntomas de enfermedad por Internet. En aquel entonces, aseguraban que “Internet tiene el potencial de aumentar las ansiedades de las personas que tienen poco o ningún entrenamiento médico, especialmente cuando se emplea la búsqueda web como un procedimiento de diagnóstico”. Con la llegada de los wearables y su capacidad de medir de manera constante la salud, los cibercondríacos han encontrado la horma de su zapato. “Cuando quieres tener el control excesivo de algo lo que acaba sucediendo es precisamente lo contrario, que pierdes el control. En el ámbito de la salud ocurre lo mismo, tratar de controlar todos los síntomas hace que se magnifiquen y puede ocasionar que se creen”, explica Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). El perfil del cibercondríaco obsesionado por monitorizar su estado de salud es el mismo el del hipercondríaco, destaca este experto, “personas rígidas, poco flexibles, obsesivas, perfeccionistas, que quieren controlar todo“.
Esa obsesión por el control se manifiesta en muchos padres primerizos, que se obsesionan por la salud de sus recién nacidos. El resultado es que la venta de wearables para bebés se ha disparado en Estados Unidos. Pueden medir la respiración, el movimiento, el sueño y hasta el Ph de la orina pero su eficacia en niños sanos es prácticamente nula, como han denunciado algunos pediatras.
Para tratar la cibercondría no basta retirar la tecnología, ya que requiere “primero información y luego educación, hay que reestructurar la manera de pensar con terapia cognitiva-conductual”, advierte el profesor Cano. Los wearables son muy útiles para mantener el estado de salud en personas sanas y controlar a los pacientes crónicos, pero sin obsesiones. Por eso, quizá en algún tiempo podamos encontrar esta etiqueta en algunos wearables: “No recomendado para hipocondríacos“.
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